miércoles, 14 de abril de 2010
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Habíamos salido del Tabasco, fuimos al norte y llegamos a San Juan de Ulúa (esa ciudad fue nomrbada así por Grijalva). Las personas que encotramos ahí eran los tributarios del Imperio Azteca y hablaban Nahuatl. Malinche tradujo todo a la lengua maya y luego Aguilar lo tradujo al castellano. Encotró dos importantes empleados del Imperio Azteca en Vera Cruz – Teuhtlili, el gobernador de Cuetlaxtla (la provincia cerca de San Juan de Ulúa) y Cuitlaltipoc quién era embajador personal del Moctezuma. Me enteré de que el oro de Grijalva era un regalo de Moctezuma Xocoyotzin, el rey del Imperio Azteca. Moctezuma II subió al trono en 1504 y era 9 rey del imperio. Su padre, Moctezuma I era el rey más poderoso del imperio, pero su hijo tenía mucho miedo por nuestra inesperada llegada. Pensaba que uno de nosotros era un dios azteca, que había prometido regresar al imperio algún día. Por todo eso Moctezuma no sabía que debería hacer y como portarse con nosotros. Querría conocer a Moctezuma pero sus empleados no me permitieron encotrarme con él. Moctezuma nos mandaba oro y joyas , pero evitaba nuestra cita. En el campo español había mucho desacuerdo en que deberíamos hacer... Yo querría cortar nuestro enlace con Velazquez en Cuba y establecer conexión directa con el Corte de Madrid. Los hombres devotos a Velazquez querrían que regresara a la isla de Cuba con el oro que teníamos antes de estar atacados por numerosos guerreros indígenos. Otros me apoyaban y decían que deberíamos ir a buscar el lugar con el oro que nos daba Moctezuma. Para resolver esta situación se formó el consejo de la ciudad y me hice el comandador de la expedición. En consejo nombró nuestra comunidad Villa Rica de Veracruz y declaró su dependiencia directa del rey español. Me hicieron el Comandador General y Jefe de la Justicia. Mayoría de los que apoyaban Velazquez fueron matados. Todo el tesoro que teníamos fue mandado a España en un barco capitaneado por Puertocarrero . Desde entonces Malinche vivía conmigo... Decidí quemar nuestros barcos para que la gente no pudiera abandonarme.
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